La lepra

    Podemos leer en La Vanguardia*: “La capilla de Sant Llàtzer, en la plaza del Padró, es lo que queda del antiguo hospital de leprosos que se erigía en este lugar desde mediados del siglo XII. Hoy, tan solo una ventana tapiada recuerda el pasado del templo como parte de la leprosería. A través de esta obertura, los enfermos tratados en el hospital podían seguir la misa sin mezclarse con la población. Era la ventana de los leprosos.”

    El relato del médico Lucas no indica que Lázaro (Sant Llàtzer) tuviera lepra. Lucas solía ser muy preciso en la descripción del estado de la lepra y de otras enfermedades. Por otra parte seria raro que un personaje de una ilustración de Jesús tuviera lepra de verdad. Después hablamos de los dos Lazaros que menciona la Biblia (ninguno de ellos leproso). Pero si que hay en la Biblia un relato poco conocido que tal vez los residentes hubieran podido escuchar a través de esta ventana.
    Guerra y lepra son una mala combinación, pero serian 4 leprosos los encargados de anunciar la liberación y terminar con el terrible sitio de la infiel ciudad de Samaria. La lepra ponía fin a un buen numero de derechos y libertades, pero sigue en pie la responsabilidad personal hacia los demás.
    Estos enfermos, estos leprosos, cumplieron sin falta con su responsabilidad. En el libro de 2ª de Reyes 6 y 7, Jeremías nos relata este suceso un tanto jocoso, aunque las circunstancias eran espantosas:

                                                                                                  
  *“Después de esto, Ben-Hadad, el rey de Siria, convocó a todo su ejército, subió a Samaria y la cercó. Por eso Samaria sufrió un hambre terrible. La cercaron hasta que el precio de una cabeza de burro llegó a 80 piezas de plata y un cuarto de cab de excremento de paloma llegó a valer 5 piezas de plata ...
    Ahora bien, en la entrada de la puerta de la ciudad había cuatro leprosos que se dijeron entre sí: ¿Qué hacemos aquí sentados esperando la muerte? Si decidimos entrar en la ciudad, con el hambre que hay allí, nos vamos a morir. Y, si nos quedamos aquí sentados, de todas maneras moriremos. Así que vayamos al campamento de los sirios. Si nos matan, pues morimos. Pero, si nos perdonan la vida, seguiremos viviendo”. Por lo tanto, se levantaron al oscurecer y entraron en el campamento de los sirios. Cuando llegaron a las afueras del campamento sirio, no había nadie allí.
    Y es que Jehová había hecho que el campamento de los sirios oyera el sonido de carros de guerra y de caballos, el sonido de un gran ejército. Y los sirios se dijeron unos a otros: “¡Miren! ¡El rey de Israel contrató a los reyes de los hititas y a los reyes de Egipto para atacarnos!”. Inmediatamente, mientras anochecía, se levantaron y huyeron. Dejaron sus tiendas de campaña, sus caballos y sus burros. Dejaron el campamento tal como estaba y huyeron por sus vidas.
    Cuando los leprosos llegaron a las afueras del campamento, entraron en una de las tiendas y se pusieron a comer y beber. Se llevaron de allí plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo. Después volvieron, entraron en otra tienda, se llevaron cosas de allí y también las escondieron.
    Finalmente se dijeron unos a otros: “Lo que estamos haciendo no está bien. ¡Hoy es un día de buenas noticias! Si nos quedamos callados y esperamos hasta el amanecer, vamos a merecer que nos castiguen. Mejor vayamos a informar esto a la casa del rey”. Así que fueron, llamaron a los porteros de la ciudad y les dijeron: “Entramos en el campamento de los sirios, pero no vimos ni oímos a nadie. Solo había caballos y burros atados, y las tiendas estaban intactas”. Enseguida los porteros gritaron la noticia, que llegó hasta la casa del rey.
    El rey [Jehoram] se levantó inmediatamente, en plena noche, y les dijo a sus siervos: “Déjenme decirles lo que planean hacer los sirios. Como ellos saben que tenemos hambre, salieron del campamento para esconderse en el campo, pensando: ‘Saldrán de la ciudad, y entonces los atraparemos vivos y entraremos en ella’”. Uno de sus siervos dijo: “Por favor, permite que algunos hombres salgan con cinco de los caballos que quedan en la ciudad. ¡Qué más da! Ellos acabarán igual que toda la gente que queda en Israel y que toda la gente de Israel que ya murió. Vamos a enviarlos a ver qué pasa”. Así que se llevaron dos carros con caballos. El rey los envió al campamento de los sirios y les dijo: “Vayan a ver”. Fueron buscando a los sirios hasta el Jordán, y todo el camino estaba lleno de ropa y utensilios que ellos habían dejado tirados al huir desesperados. Los mensajeros volvieron y se lo informaron al rey.
    Entonces el pueblo salió a saquear el campamento de los sirios. Así, de acuerdo con las palabras de Jehová, un sea de harina fina llegó a valer un siclo y dos seas de cebada llegaron a valer un siclo.”*
                                                                                                  

    Parecía imposible, en solo un día se cumplió la profecía que anunció Eliseo. El fiel profeta de Jehová estaba en la ciudad, pero no seria él el que anunciaría las buenas noticias ni tampoco el oficial del rey que lo puso en duda, serian 4 leprosos.
   “Más bien, Dios escogió a las cosas absurdas del mundo para avergonzar a los sabios. Dios escogió a las cosas débiles del mundo para avergonzar a las cosas fuertes. Y Dios escogió a las cosas insignificantes del mundo y a las cosas despreciadas, a las cosas que no valen nada, para anular las cosas que tienen valor, de modo que nadie pueda presumir delante de Dios.* 1ª carta de Pablo a los Corintios 1:27-29.
    No fueron ni los fariseos ni los saduceos los que anunciaron la llegada de Jesús señalada por las profecías. Fue Juan el bautista quien lo anunciaría, tenia un aspecto mucho mas rústico parecido al aspecto de Elias y Eliseo. Tampoco los apóstoles salieron de ninguna escuela rabínica.
    Los saduceos y los fariseos estaban mas interesados en el poder, en los aplausos, en el dinero, en el lujo; estaban fascinados por las diferentes corrientes helenísticas*. Los fariseos negaban la muerte bíblica en la que “perecen sus pensamientos”* (Salmos 146:4) y los saduceos negaban la resurrección. La muerte y resurrección del amigo de Jesús, de Lázaro desmontaba todas sus especulaciones* y ponía en peligro su posición. Así que querían también matar a Lázaro el hermano de Marta y María.
    Jesús corrigió repetidamente a los dos grupos siguiendo este principio: No le respondas al insensato según su tontedad para que no te pongas a su altura. Respóndele al insensato según su tontedad para que no se crea sabio.”* (Proverbios 26:4,5). Les puso un espejo delante, frente a sus propios miedos y redujo sus creencias al absurdo:

                                                                                                  
   “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y llevaba una vida de placeres y lujo. Pero junto a su puerta solían dejar a un mendigo llamado Lázaro que estaba lleno de úlceras y que deseaba saciar su hambre con las cosas que caían de la mesa del rico. Hasta venían los perros y le lamían las úlceras. Ahora bien, con el tiempo, el mendigo murió y los ángeles lo llevaron al lado de Abrahán.
    El rico también murió y fue sepultado. Y en la Tumba, en medio de tormentos, levantó la vista y vio a Abrahán de lejos y a Lázaro al lado de él. Así que lo llamó diciendo: ‘Padre Abrahán, ten misericordia de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy angustiado en las llamas de este fuego’. Pero Abrahán le contestó: ‘Hijo, recuerda que en tu vida te saciaste de cosas buenas, pero Lázaro, por su parte, recibió cosas malas. En cambio, ahora él está aquí recibiendo consuelo, pero tú estás angustiado. Además de todo esto, se ha establecido un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieran pasar de aquí para el lado de ustedes no puedan, ni tampoco pueda la gente cruzar de allá para nuestro lado’. Entonces el rico le dijo: ‘Padre, en ese caso, te pido que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos. Que les dé un testimonio completo para que no vayan a entrar ellos también en este lugar de tormento’. ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen a ellos’, le contestó Abrahán. Entonces él dijo: ‘¡No, no, padre Abrahán! Si alguien de entre los muertos va adonde están ellos, se arrepentirán’. Pero Abrahán le respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán si alguien se levanta de entre los muertos’”* Lucas 16:19-31.
                                                                                                  

    El año 33, no fueron los fariseos los que recibieron espíritu santo. Los seguidores de Jesús que ellos despreciaban eran los que ahora estaban en una posición de favor.
    El sistema de cosas judío y los fariseos desaparecieron en el año 70 a manos de los romanos, pero su hipocresía y sus nocivas enseñanzas acerca de la inmortalidad del alma, “la levadura de los fariseos”*, renacería dentro de la cristiandad durante la apostasía* y también en el judaísmo posterior. El trigo y la mala hierba crecían juntos, imposible de separarlos sin causar estragos. Alrededor de 1870 diferentes confesiones religiosas señalan la proximidad de la segunda presencia de Jesús. Progresivamente se deshacen de las enseñanzas que no tienen base bíblica. El infierno, el purgatorio, la inmortalidad del alma, la trinidad, las imágenes, la cruz, la adoración de María, la navidad …
    En 1.876* (minuto 40), en el Bible Examiner, Charles Taze Russell señala 1.914 como el final de los siete tiempos y el principio del reinado de Jesús. Nuevamente tenemos a unos pocos marginados llamando a la puerta con buenas noticias … y acertaron. Mas tarde se les conocería como testigos de Jehová, desde entonces seguimos ofreciendo las enseñanzas básicas de la Biblia gratuitamente y sin compromiso. No se trata de que nos crean si no de que envíen caballos a comprobar.



Fotos interior: Xavi Casinos, Sabate Galofre, Anna Corcoll, Bob Masters.


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